En el siglo XVIII, el impulso demográfico se notó más en los territorios costeros que en el centro peninsular.
En esta época España cuenta con un modelo demográfico de corte antiguo que se caracteriza por tener unas tasas de natalidad y mortalidad muy altas. Además de una esperanza de vida muy baja que a principios del siglo XVIII era de 25 años.
Al nacer menos personas de las que morían, la población crecía muy lentamente.
La Primera Revolución Industrial (1760-1830) no afectó demasiado a España puesto que ésta se industrializó más tarde debido a varios motivos:
- No se produjo anteriormente una Revolución Agrícola.
- Atraso tecnológico.
- La economía estaba arruinada debido a la GUERRA DE LA INDEPENDENCIA (1808-1814).
- Bajo crecimiento demográfico debido a la guerra.
(Aquí vemos como la economía influye en el crecimiento de la población puesto que si no se tiene dinero no hay forma de mejorar la sanidad ni de alimentarse correctamente por lo que habrá altas tasas de mortalidad y, aunque haya altas tasas de natalidad también, las tasas de mortalidad infantil son elevadas.)
- El proteccionismo.
Este mapa muestra la población según el censo de Floridablanca (1787) y en él podemos observar que las provincias con mayor densidad se encuentran en el norte de España: Pontevedra y Guipúzcoa con más de 60 hab/km². Mientras que las provincias con menor densidad son las que están en el centro de España y destaca Cuenca con 8,65 hab/km².
En este mapa podemos ver la variación de la población española entre 1787 y 1857. La provincia que más destaca por un crecimiento de +90% es Barcelona, seguida por Lérida y Almería. Mientras que la provincia con menor crecimiento acumulado es Cuenca con unos datos que están entre 0% y 40%.
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